La gestión de residuos médicos es uno de los mayores desafíos para un establecimiento de salud. Según la Comisión Internacional de la Cruz Roja (ICRC), un hospital de 100 camas puede producir hasta tres kilogramos de desechos por paciente en un día. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, estima que, de estas casi 110 toneladas anuales, al menos un 15% son residuos peligrosos y biológico-infecciosos. Esto quiere decir que la atención a la salud no sólo genera un impacto ecológico considerable, sino también riesgos sanitarios y medioambientales significativos. Por esta razón, el sector salud mexicano sigue protocolos específicos para manejar sus desechos de forma higiénica, segura y sostenible. ¿Ya los conoces?
Tipos de residuos médicos
Para comprender las pautas que regulan la gestión de residuos médicos, es necesario distinguir los tipos de desechos sanitarios. En primer lugar, están los residuos sólidos urbanos (RSU)¸ es decir, aquellos generados a partir de las actividades cotidianas y que no representan ningún peligro. En un hospital, los RSU más habituales son el papel, los plásticos, el cartón y residuos orgánicos que pueden depositarse sin problema en tiraderos comunes.
A los también llamados desechos comunes le siguen residuos más complejos, mismos que la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos define de la siguiente manera:
- Residuos Peligrosos: aquellos que sean corrosivos, reactivos, explosivos o tóxicos. En el contexto médico, esta categoría abarca desechos farmacéuticos (medicamentos caducos), citotóxicos (tratamientos oncológicos no utilizados), químicos (desinfectantes o mercurio) o radiactivos (material de radioterapia).
- Residuos Peligrosos Biológico-Infecciosos (RPBI): la Secretaría de Salud señala que un RPBI es aquel que contiene cualquier organismo capaz de producir enfermedad. Para ello, requiere de un agente potencialmente nocivo, en concentración suficiente, en un ambiente propicio, con una vía de entrada y contacto con una persona susceptible.
¿Qué son los RPBI?
La definición de los RPBI puede generar incertidumbre, ya que no menciona ningún desecho en específico. Sin embargo, como parte de la normativa hospitalaria básica, la NOM-087-SEMARNAT-SSA1-2002 establece las siguientes categoría para distinguirlos:
1. Sangre líquida y sus derivados, incluyendo células progenitoras o hematopoyéticas, así como fracciones celulares o acelulares de la sangre (hemoderivados).
2. Cultivos y cepas de agentes biológico-infecciosos, generados en procedimientos de producción, control, diagnóstico e investigación. Abarca los utensilios empleados para contener, transferir, inocular y/o mezclar cultivos de agentes biológico-infecciosos.
3. Patológicos, es decir, tejidos, órganos y piezas anatómicas que no se encuentren en formol. Igualmente, contempla muestras biológicas para análisis (excepto orina y excremento) y cadáveres o partes de animales inoculados con agentes enteropatógenos.
4. Residuos no anatómicos, principalmente materiales de curación empapados, saturados o goteando sangre o fluidos como los líquidos sinovial, pericárdico, pleural, cefalorraquídeo o peritoneal. Esta categoría también engloba materiales que contengan secreciones de pacientes con sospecha o diagnóstico de tuberculosis, fiebres hemorrágicas y otras enfermedades infecciosas.
5. Objetos punzocortantes, donde se incluyen tubos capilares, navajas, lancetas, agujas de jeringas desechables, estiletes de catéter, agujas hipodérmicas, de sutura, acupuntura, tatuaje o bisturí. Esta categoría excluye material de vidrio roto, el cual pertenece a los residuos de manejo especial.
Protocolo para la gestión de residuos médicos
Las indicaciones y requerimientos infraestructurales para la gestión de residuos médicos varían según el tipo de desecho. El material contaminado por radiación, por ejemplo, debe almacenarse en contenedores de plomo o concreto y enviarse al Centro de Almacenamiento de Desechos Radiactivos (CADER). Los fármacos caducos, por otra parte, deben encapsularse y depositarse en rellenos sanitarios altamente dirigidos, o bien, destruirse a través de procedimientos químicos o térmicos.
En cuanto a los RPBI, el proceso consta de seis pasos básicos que deben llevarse a cabo bajo condiciones definidas de acuerdo con el volumen de producción de desechos de cada establecimiento:
- Nivel I: menos de 25 kilogramos de RPBI por mes
- Nivel II: de 25 a 100 kilogramos de RPBI por mes
- Nivel III: más de 100 kilogramos de RPBI por mes
Para realizar una gestión de residuos médicos óptima, el primer paso es identificar el tipo de RPBI en el momento y lugar donde se generan. Después, deben envasarse según su tipo y estado físico. Para esta tarea, es indispensable que la unidad médica cuente con recipientes y bolsas especiales con un color distintivo que facilite la separación de desechos. Posteriormente, los RPBI deben almacenarse en contenedores bien identificados ubicados en un cuarto destinado exclusivamente al almacenamiento temporal de estos desechos. El tiempo de almacenamiento permitido por la ley varía según las dimensiones del establecimiento.
Tras permanecer almacenados, los RPBI deben recolectarse por personal capacitado y equipado para manipular los desechos de forma adecuada y segura. Una vez que se recolectan, las instituciones de salud pueden destruirlos por medio de un autoclave designado (excepto si son objetos punzocortantes o piezas anatómicas). Sin embargo, lo más común es entregarlos a alguna empresa recolectora autorizada, misma que les dará su disposición final.
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